HORARIO DE TUTORÍA SEGUNDO CUATRIMESTRE. Curso 2009-2010

El horario de tutoría para el segundo cuatrimestre será los jueves, de 11.30 a 13.30, en el despacho del Aula-Taller (piso sótano), previa solicitud de cita en el correo arnao@cesdonbosco.com















martes, 20 de abril de 2010

De paisajes, museos y tardes a pleno aire.

Cuenta Aldous Huxley en un ensayo de 1965 cómo la práctica totalidad de los paisajes pintados ha recaído en la vieja Europa y, en menor medida, acaso en la China medieval; y cómo esa ausencia de paisajismo ha perjudicado el propio conocimiento del resto de culturas, tanto por parte de las otras, como por sus mismos habitantes: "¡Que desafortunados, cuánta compasión deberíamos sentir por aquellos habitantes de cualquier parte del mundo, en la que ningún paisajista ha enseñado nunca a sus compatriotas a ver su medio circundante, y a ellos mismos en contacto con esos ambientes, por medio de los ojos de un gran artista!". Aun cuando en el texto su reflexión desdeña la ocupación informalista y abstracta del arte contemporáneo, sus palabras son bastante esclarecedoras de la función que en la sensibilidad del hombre contemporáneo ha podido llegar a asentar la observación y la reflexión pictórica del paisaje.
Cuando los impresionistas, a fines del XIX, salen a la calle con sus caballetes, motivados tal vez por el auge de inventos científicos como la fotografía, no sólo cambia el método; cambia también el tema y se convierte en insignificante. Insignificante por su escaso valor, por su urgencia a la hora de retratar las luces y los colores; por la excusa para salir a pleno aire (en francés, plenair designa precisamente este tipo de pintura al "aire libre": de caballete, directa, a medio camino entre la actividad de ocio y de intelecto) y servir de anécdota sofisticada al paseo dominical.
Sin embargo, es gracias a esta pintura por lo que el arte del siglo XX se convierte precisamente en contemporánea. Y gracias a la cual avanza hacia la desintegración del realismo, bien desde la exageración fauvista del color, -aún conservando un cierto apego a la forma-, bien con la progresiva geometrización que derivará en el cubismo (movimiento para nada abstracto, paradójicamente, sino más bien lo contrario) o en el racionalismo (la abstracción geométrica de Mondrian o Klee, que hemos visto en clse) o bien el expresionismo abstracto kandinskyano (que será después germen del informalismo más radical). Y toda esa pintura es, no lo olvidemos, la esencia de la contemporaneidad (por supuesto que, además, por otras razones; muchas de ellas alejadas del interés primitivo).

¿Qué camino hemos recorrido en nuestras últimas sesiones de clase? Hemos contemplado el paisaje desde los itinerarios que todos esos autores han ido marcando. Tal vez nos ha faltado una mirada a Turner (precursor, sin quererlo, del movimiento abstracto a principios del XIX) y a su "espejo", Zóbel, pintor español de origen filipino que es un referente clave para la abstracción en España (os recomiendo seriamente sus obras). A través de la exposición sobre Monet, hemos podido confrontar el paisaje con la abstracción, aún sin poder reconocer ni en uno ni en la otra, lo que podría definirlos como tales. Y, por último, hemos vivido una muy breve experiencia personal de enfrentamiento artístico con ese paisaje. Lamento que el tiempo no fuera demasiado, pero confío que la experiencia se repita individualmente. Lo demás, lo que quede de ella, no lo sé. Espero que no solamente el resto del "proceso de abstracción", que será lo que trabajemos el próximo día.

- Aprovecho para recordaros, por tanto, que en la próxima sesión presencial seguiremos interpretando el paisaje. Traed a clase todos los enseres necesarios para pintar.
- Sobre este blog, espero que me contéis vuestras "visiones": de la exposición, de los paisajes, de la experiencia...

Sobre la exposición, unas pocas palabras (me he alargado mucho y no quiero cansaros; otro día tocará) sobre lo que para mi es una experiencia espiritual y no tanto de cultura. Me refiero al hecho, casi mágico, de entrar en una sala (si se trata de un museo, el recinto me transmite casi lo "sagrado" que puedo encontrar en una catedral), en relativo silencio, y en la que el paseante se enfrenta consigo mismo a través de unos espejos que, en lugar de reflejarle a él (o, además de ello), muestran colores, ritmos y formas. Desde luego, ponerme allí a teorizar a mis acompañantes sobre intenciones del artista, conceptos de historia o nimiedades varias, me parece una blasfemia: rompe la magia (y muchas veces, provoca risa o vergüenza ajena en quienes lo escuchan "desde fuera". Os invito a poner la oreja cuando escuchéis a algún supuesto experto "explicarle" los cuadros a su acompañante: sobre todo si tienen cara de "muy entendidos")

Termino con las palabras que cierran el referido ensayo de Huxley (Paisajes sin Pintar, en Encounter, Octubre de 1962): "Mientras tanto, el desierto y todas las regiones no pintadas de la tierra todavía aguardan el advenimiento de aquellos que traducirán sus paisajes en un arte revelador, iluminador, que nos haga más conscientes de quiénes somos y de la naturaleza de los mundos en los que, como anfibios múltiples, estamos predestinados a vivir; más conscientes de estos hechos dados cuyo significado último es simplemente su propia existencia; más conscientes del enigma cuya única respuesta, como descubrimos progresivamente, es una profundización del misterio esencial".
Felices tardes al sol.

18 comentarios:

  1. Creo que en cuanto a la experiencia espiritual que comentas, me envolvió una misma sensación. Frente a cualquiera de los cuadros, mi imaginación dejaba en el aire millones de sensaciones lejos de la gente que me rodeaba y del lugar en el que me encontraba. De vez en cuando pillaba a algún acompañante y lejos de comentar intenciones o conceptos, más que perder o romper la magia la dejábamos volar comentando lo que nos trasmitía y en lo que nos envolvía todo aquello que teníamos ante nosotros.
    Me fascina la idea de apartar la representación de la realidad y tratar de expresar y construir la captación del momento, la luz, el colorido y sobre todo la rapidez de la pincelada. El acercarse a una obra con millones de rápidas y dispersas pinceladas sin percibir un sólo toque de perspectiva y que al alejarse te haga adentrarte en tal mundo.
    Respecto a la experiencia artística, he de decir que convertirme en una impresionista sacando mis colores y el pincel al aire libre, ha sido una experiencia nueva a la que me ha gustado enfrentarme. No sé si en un futuro lo hubiera hecho, nunca se sabe. Al principio me costó centrarme; acostumbrada a la comodidad, al caballete y a las cuatro paredes, ahora me encontraba en pie con una hoja en una mano y el pincel en la otra, el bote de aguarrás entre los arbustos, el paño en el suelo…todo un desconcierto. Por otro lado, no había hecho hasta entonces nada más que reproducir cuadros de otros autores, limitándome a ellos. Ahora, debía encuadrar toda aquella infinidad que tenía ante mis ojos en un trozo de papel, sin nadie diciéndome las medidas a encuadrar y eligiendo por mí misma lo que me apetecía reproducir. ¡Toda una oportunidad para ser verdaderamente protagonista de la pintura! Un placer

    Irene García Martínez
    (3ºEd. Musical)

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  2. Buenas noches.

    Esta mañana, cuando leí el blog, pensaba comenzar esta aportación hablando de mi madre; lo haré más tarde. Pese a no haber venido a hablar de mi libro, sino de mi experiencia del pasado miércoles, me permitiré citar a Francisco Umbral, en colación con el ensayo de Huxley: “La pintura es la gran pizarra de la historia”. No caben más palabras.


    La exposición de “pintarrajos”, como bien podría haberla calificado hasta hace bien poco, resulta un mundo en el que no es fácil entrar, pues no todos contamos con las lentes adecuadas. Son variopintos los filtros a usar, pues así de mágico resulta el arte en su conjunto; y no ha sido hasta que me he topado de bruces con una explicación, vestida de racional, que me he visto vinculado a las “manchitas que yo también puedo hacer”. Tras el impacto de ésta, algún pequeño resorte ha debido accionarse en mi cabeza, pues ahora resulta que las cosas comienzan a cobrar sentido y la oscuridad empieza a ceder terreno.

    Y entonces, recuerdo una situación tiempo atrás, germen de todo esto, cuando “Las Hilanderas” de Velázquez formaron parte de una conversación de bar: análisis y porqués, argumentos prestados de clase, contra-argumentos sacados de la chistera, y toda una retahíla de proposiciones que formaron parte de la primera conversación espontánea sobre tan ignorada cuestión. La Semillita del Interés y la Motivación (de apellido, Intrínseca) ya estaba sembrada.


    Pero vamos más allá. Con el golpe del encontronazo con La Explicación olvidado, me encuentro de cara, estrenando lentes, frente a un montón de cuadros. ¡Ajá! ¿Qué es eso que sale de allí?. Pues sí, resulta que era verdad. Como si me hubieran quitado los “ruedines”, me veía empujado sin sujeción frente a la magia de una exposición. Dista mucho mi habilidad de un gran ciclista, pero todo es comenzar.

    Mi madre, ahora sí. “Pues para no haber sido tu fuerte nunca, no está nada mal”. Bendita sinceridad materna. Esa fue su primera frase al contemplar el “cuadro” que traía de los jardines. Siempre me he sentido atraído por los parques, pues son mi lugar predilecto para una buena lectura, incluso para el estudio de la más pesada asignatura. Pero nunca se me había ocurrido pintarlos. Como le comentaba ayer a una amiga, “manda narices que hasta hace una semana no me hubiera fijado en la cantidad de tonos distintos que tiene el cielo, o las mismas hojas”. Y es que, con tan efímeros días, rara es la ocasión en la que nos detenemos a dialogar con un cuadro o fijarnos en un árbol; cuando resulta, que son esas pequeñas cosas la esencia de la vida, el alma de nuestra existencia.

    Me he comprado unas cuantas láminas y algunas pinturas más. Aunque “nunca haya sido mi fuerte”, me gusta la idea de leer el parque con un pincel.


    Eduardo Marín Martínez
    3º E. Musical

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  3. Hola, y buenas noches.
    Lo primero decir, que la idea de ir a ver unos cuadros y luego ir a pintar al principio fue una idea que la veía con muchas ganas, ya que, qué mejor que dar una clase así, teniendo experiencias nuevas. Luego más tarde mi opinión cambiaba a menudo que se acercaba el momento, quizás por la idea de estar desubicado dentro de un ambiente que no era el mío, quizás sea otra cosa, pero había algo que me decía que sería algo que no haría sentirme a gusto, aún así también tuve esa experiencia con la música, y ahora no salgo de ella.
    Después de todo, la experiencia no fue mala, mi opinión fue cambiando a lo largo de la tarde. Cuando por fin llegué, al sitio que nos acogería durante un tiempo viendo cuadros, ya empezó a mejorar la cosa, ya que había encontrado tal sitio jeje. Una vez entramos, la sensación que tuve fue muy rara, demasiado silencio, cuadros que no sé que podrían decir, yo solo veo aquí garabatos, y cuadros que están hechos por niños de 5 años tirando cubos de pintura al azar… Pero claro, empiezas a observar el primer cuadro, y piensas, ¿qué le verán a este cuadro? Y te pones a ver y bueno, pones el oído en la pareja de al lado que parece que entiende algo, y bueno, si ellos dicen que ven esto quizás puede ser… quizás, pero quizás no tengan ni idea, quizás sean unos “entendidos” del arte. Pero estos cuadros pienso que no solo hay que observarlos, pierden su valor si no los comentas con más gente, al igual que un escritor cuando mancha el papel con palabras, ya que nadie sabe lo que quiere decir. Ahí quizás me podría sentir más identificado, y a su vez entender más la postura del pintor que hace una obra y que no entiende todo el mundo. Estas obras pienso que se deberían hablar, debatir sobre las posibles teorías como ¿qué es?, ¿qué quiere decir el autor?... Porque recogiendo diversas opiniones y puntos de vistas diferentes podremos tener más entendimiento sobre las cosas, y no solo en pintura, en general. Obviamente que estuviese alguien (en ese caso Juanjo) pendiente de que miremos un cuadro de lejos, otro de cerca, y otro haciendo el pino puente mientras mirábamos a su vez el que está a la izquierda, pues ayuda bastante, ya que para los que hemos sido nuevos en esto de mirar una obra que pensábamos que lo podía hacer cualquiera, salimos con otra idea. Yo sé que no soy capaz de llegar a hacer algo así, mi mundo es la música, no la pintura, pero si desde luego me consuela poder decir que entiendo un poco más sobre algo, que quizás más adelante sea una “friki” de la pintura, que quizás no, eso no lo sé, pero la experiencia espiritual ha tenido contacto conmigo.
    Sobre la experiencia artística sé que por el momento no es lo mío, ya tuve mi época de expresar algo pintando, descubrí que si seguía pintando cosas, acabaría saliendo en los libros de historia como el peor pintor que nunca existió, y por eso no lo llevo muy a fondo, por no decir nada, ya que creo que tengo otras prioridades artísticas, como repito, la música. Pero el estar una tarde en un parque, con la idea en pintar unos árboles, que como dice Edu, ni yo me había fijado en la de colores que puede tener un paisaje, tanto el cielo, como los árboles y demás componentes del paisaje… estuvo bien. Desde luego en coger el pincel soy primerizo y no me salió nada especial, por no decir nada, pero tener una experiencia nueva nunca está mal, aunque cuando te salen las cosas bien todo es mejor.
    Después de la experiencia tanto artística como espiritual no sé si seguiré teniendo esa experiencia, referido a la pintura, pero por lo menos sé que es una experiencia que se ha metido dentro de mí y que a lo mejor algún día podría llegar a amar la pintura, como al igual podría llegar a odiarla.
    Un saludo.
    Daniel Díez Pérez 3º Ed. musical

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  4. Una de las cosas sobre las que me hizo reflexionar la exposición fue la infinidad de posibilidades que alberga un mismo paisaje en función de la luz presente a distintas horas del día. En esto Monet era un estudioso y me sorprendió la cantidad de cuadros que tenía del mismo paisaje, pero la luz le daba en cada caso al cuadro una personalidad distinta, que hacía que no hubiese dos cuadros iguales pese a que el paisaje fuera el mismo. Nunca me había parado a pensar en las posibilidades de la luz, pues hubiera apostado a que esta infinitud de posibilidades de un mismo paisaje era producto de otros factores, como pudiera ser la perspectiva por ejemplo.

    Mi mente no es capaz de concebir cómo otras mentes humanas pueden divisar paisajes en cuadros (que comienzan a toman forma sólo en la medida en que te alejas de ellos) donde de cerca sólo se pueden ver pinceladas. Es por ello que disfruté mucho esa parte de la exposición, en la que jugaba a enfrentarme al cuadro desde diferentes distancias, pudiendo divisar detalles que cobraban importancia o que iban cobrando sentido frente a mis ojos.

    Respecto a la experiencia de salir al exterior a retratar un paisaje, era la primera vez que me enfrentaba a un papel en blanco, y por eso no me fue nada fácil. Me gusta describir situaciones, personas, paisajes, pero para ello he utilizado siempre la música, que es el lenguaje con el que me siento más cómodo. No recuerdo haber pintado en mi vida con acuarelas y mucho menos con óleos. Encontré mucha dificultad en tratar de traducir lo que mis ojos veían a un papel, sobre todo a la hora de reflejar los mismos colores que componían el paisaje. Tuve problemas hasta para decidir qué elementos quería que formaran parte de la composición, pues temía no ser capaz de reproducirlos y opté por ello por no complicarme mucho.

    Mi falta de recursos en este “nuevo lenguaje” para mí, hizo que no pudiera quedar satisfecho con el resultado de mi cuadro. Como dice mi amigo Edu, “nunca ha sido mi fuerte”, a lo que añado “me da que nunca lo va a ser”. Pero me gustan los paisajes, me gustan mucho, y aunque no tengo la suerte de ser capaz de leerlos con un pincel, la vida nos ha provisto de muchas otras lentes con las que leerlos, y yo puedo decir que gracias a ello más de uno permanecerá grabado en mi memoria..

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  5. Buenas noches:

    Hoy comienzo mi exposición compartiendo:
    La primera vez que me enfrenté a una pintura original, fue un Velazquez ”Las Meninas” y como es lógico, aunque quedé impresionada por sus dimensiones ,a mis tiernos nueve años no entendí que querían decirme poniéndome allí delante.

    - Mira, ponte aquí cerca-,¿Qué ves?
    - ¿Pegotes?-dije dubitativa.
    - Muy bien, ahora vamos a alejarnos poco a poco…¿lo ves?
    - Oh…
    - Vamos al siguiente ¿Ves que la firma de Velazquez está al revés?
    .-Si.
    -Es porque a Velazquez le caía mal este señor y como le obligaron a hacerle un retrato ,para ver su firma bien, tienes que dar media vuelta y..

    Con esto quiero decir varias cosas: La primera, que es muy importante el estado anímico en el que te acercas a ver una obra por primera vez y la segunda es que la información que posees sobre ella(o la que te ofrecen, si tienes la suerte de ir con alguien que sabe más , libros,etc) por poca que sea, siempre es útil .

    Os explico mi primera experiencia para que se entienda porque mi ánimo cambia ante una obra cuando escucho las palabras mágicas “acércate al cuadro”.(debo ser algo así, como el famoso perro de Paulov, siempre pienso que algo bueno va a pasar a continuación)y porque gracias a ello, siempre he considerado que ponerme delante de un cuadro como un momento especial.

    Ya hemos comentado en clase, el valor de “leer” una obra en directo. Yo considero que sobretodo en pintura, acercarse a un lienzo es una forma de ver por donde pasó sus ojos el autor, los colores que realmente usó (no los que salen en la fotografías),la mezcla, si repasó un trazo, si eran homogéneos, si usó texturas y de qué eran,dónde estuvo, su humor…

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  6. Nunca había visto un Monet en un “tú a tú” y la verdad es que no se si sentí más placer por tenerlo delante o por ser más consciente de qué era lo que tenía delante. Es la primera vez que por fin entiendo el motivo por el cual se inició la evolución de la pintura hasta la abstracción y lo que perseguían y considero que este punto es fundamental para poder entender el arte actual.

    Una de las obra que me llamó la atención y he localizado en la red con este nombre “weeping-willow-and-water-lily-pond” (no se si será correcto del todo, lo mismo la memoria me falla) se me ha quedado grabada no sólo por el reflejo del sauce en la superficie del lago, y el efecto de los nenúfares interrumpiendo la corriente del agua, si no ,por la cantidad de colores que formaban el tronco y las diferentes direcciones del trazo.(en la foto no se ve, pero había pigmento naranja por doquier) Es inquietante como una obra, de la que apenas tienes datos y de la que posiblemente desconoces el porqué (con esto me refiero a porqué se hizo, si Monet además quería captar o no, un sentimiento social, político, religioso, etc)te gusta.

    Otra obra que me llamó la atención fue “Pintura,1957” de Sam Francis, autor que desconocía por completo. Me chocó mucho la expresión del color, los fuertes contrastes estudiados al milímetro y los chorros en vertical que caen sobre la tela. (He estado leyendo que aquí puede entrar en juego un factor de simbolismo, a modo de lamento, pero no se si es el caso de este autor)

    Ahora bien, una vez fuera de la exposición, y ya con la idea clara de lo que quería hacer cuando fuésemos a reproducir nuestras “naturalezas”, me encontré con la dificultad de poder plasmar la luz del momento ,la perspectiva y la mezcla de los pigmentos .Probablemente podría fijarme en mi falta de recursos artísticos, pero prefiero pensar en el valor que le doy a otra obra con mis pequeños fracasos, que no son fracasos, son comienzos traducidos así por mis expectativas no cumplidas después de haber visto un Monet y aprecio la oportunidad de salir por primera vez a pintar al aire libre.

    Sólo el hecho de ir en grupo a la exposición y compartir impresiones tiene valor, porque por lo menos en mi caso, rara vez se da .Como experiencia ha sido buena y mi conclusión es: Rara vez podemos explicar el porqué nos gusta una obra, simplemente intuimos cuales están vivas y cuales no.(igual que nos ocurre con las personas)

    Beatriz López Calderón
    3ºEd.Musical

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  7. Lo que realmente me fascinó de la exposición del otro día fue la capacidad de expresión de los distintos autores y cómo cada uno iba dejando su sello en cuadros en los que la imaginación y la propia visión del espectador es esencial. Cuando ibas paseando de un cuadro a otro y escuchabas lo que las personas iban comentando a sus acompañantes, es cierto que se oían diversidad de comentarios, lo que para mí podría representar algo, para otra persona representaba otra cosa. En realidad, cuando en clase veíamos la evolución de este tipo de cuadros, podíamos al final reconocer en el último lo que en el primero se pintó de forma más real, pero quizás sin esa evolución no podríamos llegar a reconocer ciertas figuras. El conocimiento de la evolución de cada autor en su obra, me parece algo esencial para poder ponernos en situación y saber un poco entender ciertos cuadros.
    El hecho de realizar la visita al museo y a continuación sentarnos a pintar, hizo que con mi “experiencia espiritual” de la que hablas que yo también sentí, porque salí fascinada de una exposición que en mi vida creí que me fuera a emocionar tanto, me motivara bastante como para ponerme a crear yo la pintura que hice, claro que a menor escala tanto en el sentido profesional y técnico como en el sentido de proporción. Cuando iba realizando mi pintura, me iba imaginando, cómo podría expresar de otra forma el árbol que estaba dibujando, y cómo podría modificar yo los colores con la exageración que le da lo abstracto. Es como una visión que iba teniendo a medida que avanzaba, ya que cuanto más tiempo pasaba, la luz, iba cambiando, pero en mi mente seguía la primera imagen con la luz más intensa de cuando empecé. Estuve observando también que es cierto que las sombras no son ni grises, ni negras, ni siempre oscuras, simplemente a veces son un poquito más claras, y me gustó mucho experimentarlo con mis propios ojos teniéndolo que plasmar en mi pintura.
    En conclusión, creo que he aprendido mucho con la clase anterior y sobretodo, más que aprender creo que he tenido una experiencia y unos sentimientos que me han hecho entender mucho mejor la pintura abstracta y me han hecho saber ponerme en situación.


    Beatriz Arroyo Rodríguez
    3º Ed. Musical

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  8. Muy buenas, pues a mí me gustaría comenzar con mi propia experiencia:

    Hace ya unos cuantos años, se podrá decir con 8 o 9 años unos de mis recuerdos es de estar en un pequeño taller de pintura junto a mi hermano, yo comparaba mis pinturas a lápiz, con los grandes pasos que daba mi hermano con grandes cuadros al óleo y pintura, de hecho ahora mi casa está lleno de estos…. Bueno en fin, en esos momentos yo quería ser pintora pero me veía penosa al lado de mi modelo a seguir, de hecho la profesora un día le dijo a mi madre en palabras no dañinas que yo no pintaba mal, pero que el “artista” era mi hermano y era el que había que explotar su “don”. Entonces yo seguí con mi vida pero de vez en cuando pintando mis dibujitos.

    A mi desde pequeña, como pienso al resto de los niños, nos enseñan grandes obras clásicas de pintura, yo las miraba y me quedaba absorta, viendo lo perfectas que son, pero esto me confundió mucho cuando con el colegio fuimos al Reina Sofía, yo miraba todos los cuadros y no lograba entender que significaban, solo veía rayas, líneas puntos, entonces yo me cuestionaba el: ¿eso no lo puede hacer cualquiera? No creo que eso exija mucho esfuerzo. Con estas dudas sinceramente lo digo las he tenido hasta hace poco, no entender el significado de estas obras, no se si se ha podido deber a que no me las han explicado “igual de bien” en el colegio como las obras clásicas o simplemente q me ciego a no ver q quieren enseñarme.

    Ahora paso a comentar el día de nuestra vista, pues la verdad me gustó mucho, de todas formas a mi me gusta ir a los museos con alguien más para comparar ideas, de los cuadros la verdad me gustaron aunque alguno me recordaban a las imágenes psicoanalistas que te ponen para ver que ves…. En fin lo siento lo tenía que decir.

    Y respecto al rato de pintura, pues que voy a decir…. primero busqué aquello que quería plasmar y me puse manos a la obra, la verdad que llevo tiempo sin hacerlo, y menos hacerlo si que te den un modelo (imagen) y simplemente copiar, sino plasmar lo que ves.

    Me ha parecido una buena experiencia, pero de verdad me gustaría seguir entendiendo porque luego nosotros debemos saber explicarlo a los niños y quiero intentar que no sea un shock tan fuerte como a mi me ocurrió en la infancia.

    Pilar Dotor Orovio
    3º Ed. musical

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  9. La verdad es que la experiencia de entrar en un museo a ver obras de pintura puede producir diferentes experiencias ante la duda, la fascinación, la expectativa de lo que te vas a encontrar allí dentro.
    Hace poco en una clase de Literatura Madrileña comentábamos que los niños cuando ven un cuadro que conocen de verlo en libros, televisión, películas… sienten una fascinación tremenda al ver el de verdad, pues cada vez que yo voy a un museo y veo alguno de los cuadros que he visto durante toda mi vida me produce una sensación extraña porque nunca son como me los he imaginado ya sea por el tamaño, por cómo están pintados realmente o porque no son tan increíbles como nos los había descrito la profesora de arte en el instituto.
    Cuando vas a ver una exposición y por lo menos sabes lo que vas a ver puedes llegar a apreciar lo que el artista ha querido expresar en su obra como en este caso con el paso del realismo al abstracto, si es cierto que yo he mirado ciertos cuadros sin llegar a comprender lo que el artista nos quiere expresar por no haberme informado antes de lo que estoy viendo, también he de decir que muchos sigo sin comprenderlos incluso leyendo de ellos antes o escuchando los audioguías de los museos (que algunos llegan a ser comparables con el “supuesto experto”)
    La experiencia de pintar en los Jardines de Sabatini fue genial, lo único es que el clima no acompañó, teníamos poco tiempo… y todo influyó en que tampoco pudiéramos buscar la comodidad para poder pintar, también reconozco que mi falta de experiencia en estas labores tampoco ayudo mucho. Espero que el próximo día se nos dé un poco mejor.

    Beatriz Molina Romero
    3º Ed. Musical

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  10. No tuve el gusto de acompañaros tanto a la exposición de Monet como a la puesta en práctica de vuestras dotes artísticas al plasmar en acuarelas los "Jardines de Sabatini". Pero en cualquier caso me apetece aportar algo y, buscando por internet, he dado de casualidad con unas indicaciones de cómo contemplar obras maestras según cierto individuo anónimo (probablemente algún “experto”con cara de “muy entendido” parecido al que hace alusión Juanjo en su exposición), y me ha llamado la atención su clasificación de la gente que puedes encontrar en un museo, en este caso particular el Museo del Prado.
    Comenta que existe un primer grupo, el de aquellas que solo van por cumplir el programa, a estos los veras corriendo de un lado a otro, pasando por delante de aquellos cuadros que no consideran valiosos, como si se tratara de cromos, pegados a la pared, por lo general van detrás de un guía, tan sensible ante la belleza que le rodea, como los mismos visitantes a los que guía, correrán de "Las Meninas", al "Dos de mayo" y de ahí dependiendo del caso, pues tal vez a "La anunciación de Fray Angélico", para concluir la visita relámpago en la tienda de recuerdos.
    Un segundo grupo, lo forman las visitas de los centros docentes, donde se lleva a muchachos y muchachas adolescentes, que pasean por las salas sin prestar la menor atención a las obras que sus profesores tratan de mostrarles, charlando entre ellos de cualquier caso, ajenos totalmente a cuanto les rodea, cuando no organizando carreras, en las que les da lo mismo a quien se llevan por delante.
    Me avergüenza reconocer que me identifico con el primer grupo cada vez que hago turismo. Tampoco puedo negar haber pertenecido al segundo grupo durante los años de mi infancia, ya fuera en las excursiones escolares como en las múltiples visitas al Museo del Prado con mis padres los domingos por la mañana.
    Existe, según este señor, un tercer grupo, a cuyos integrante me gustaría parecerme un poco más. El de aquellos que se toman su tiempo en la contemplación de las obras, recorren las salas, fijándose, en cada uno de los cuadros que cuelgan de las paredes, procurando fijarse en los detalles, sin prisa, el arte es un placer, y como todos los placeres requiere su tiempo, no es para precipitarse, y cada cuadro tiene, su punto desde el cual la observación, es perfecta. Algunos incluso han hecho del Prado su segundo hogar, pasan allí las tardes, conocen cada sala, como las estancias de su propia casa, y cada cuadro, como si fuera el retrato de un ser querido...
    Espero estar a tiempo de redimir mis pecados, prometo acercarme al Museo del Prado y aprender a contemplar sus obras. Reconozco que durante estos años mis intereses han viajado por otros lares pero voy a darme una segunda oportunidad.

    Raúl González Malnero
    3º Ed. Musical

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  11. NOTA ACLARATORIA: cuando dije "el de aquellas que solo van por cumplir el programa", quise decir "aquellos". Nada más lejos de mi intención componer este primer grupo sólo de mujeres.

    Saludos.

    Raúl González Malnero
    3º Ed. Musical

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  12. Monet, Monet, Monet, toda una persona para mí difícil de entender...la experiencia de conocer sus obras fue buena aunque incomprensible por mi parte.

    Me gustó mucho escuchar los diferentes comentarios de la gente cuando veía sus obras, comentarios de todo tipo, como: "Esto realmente es un árbol, esta clarísimo","que preciosidad", "a mi por ejemplo este me parece muy poco expresivo, no me dice nada"...etc.

    Además de ver los cuadros me fije en las caras expresivas de la gente que observaba las pinturas, y pensé: creo que lo más grande de un cuadro, son las diferentes versiones que detecta la gente de lo que esta observando, creo que eso es un gran valor que tiene la pintura y la música, el saber que tu estas sintiendo cosas al oír una obra o ver un cuadro, que otra persona desde la misma butaca o sala, no siente absolutamente nada.

    Sinceramente en la exposición de Monet me pasó algo parecido, yo veía caras y comentarios que estaban muy alejados de lo que yo pensaba, en algunos cuadros no veía absolutamente nada, simples manchas...otros me gustaban y admiraba...otros simplemente eran pinturas normales y corrientes que yo nunca pondría en mi salón.

    En cuanto a lo de pintar en el Retiro, y partiendo de la base que yo sigo pintando casas con chimeneas y ventanas con sus respectivas cortinas, como hacen los niños, (si reconozco que sigo siendo una cría en el arte de la pintura) independientemente de todo eso, me sirvió para desconectar por un momento del mundo, del estrés diario que vivimos, ahí estábamos nosotros, paralelos al mundo pintando supuestamente árboles, la verdad que me gusto mucho la tarde cultural que tuvimos.


    Leticia Santos Herraez.

    3º Magisterio Musical.

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  13. Perdón por mi mala memoria no fue en el retiro estuvimos en los jardines de sabatini.

    Leticia Santos Herraez

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  14. “…Y toda esa pintura es, no lo olvidemos,
    la esencia de la contemporaneidad”

    La historia y la vida me confirman cada vez más que la recreación del mundo es tarea de todos y que todos participamos en ella de una manera u de otra, de manera intencionada o no intencionada, pero todos –sin ninguna exclusión- recreamos este mundo, la época histórica, los tiempos que nos tocan vivir. Con esto quisiera resaltar la importancia de nuestros antecesores, todos los progresos actuales en cualquier campo son gracias a quienes dieron el primer paso, pusieron una base, etc.

    En la historia de la música vimos cómo los del Arte Nova se creían mejores que todos sus antecesores (arte antigua) llegando a decir que no habían hecho nada. Pero se equivocaron, porque gracias a los pequeños pasos que dieron aquellos ellos pudieron hacer lo que hicieron posteriormente. Por eso aunque hayamos recorrido el camino más de la mitad, nunca olvidemos los primeros en iniciarlo ni mucho menos los que nos pasaron el testigo.

    Los impresionistas, a finales del S. XIX, sin pensarlo y sin pretenderlo pusieron los cimientos de una nueva era: el arte contemporáneo. Con sus obras nos muestran que hay otra manera de mirar y de ver la realidad -la vida que nos rodea- que consiste en ponerse en contacto directo con esta realidad, contemplarla, disfrutar de ella con la libertad de recrearla manteniendo su forma originaria o modificándola total o parcialmente.

    Alguien digo “no es lo mismo pintar mirando el modelo en una fotografía que viendo los colores directamente” y añado a este comentario: no es lo mismo disfrutar pintando en un espacio cerrado que disfrutar pintando en el aire libre y en contacto directo con lo que se pinta, puesto que el placer es triple, por lo menos para mí. Al estar en el aire libre, la brisa te acaricia suavemente, el canto de los pájaros te deleita, el sol te llena de luz, contemplas la creación mientras la recreas (si se está en la calle el ajetreo las risas, los comentarios…) no se puede expresar con palabras lo que se siente y se experimenta. Yo no soy pintora sin embargo esto es lo que sentí aquella tarde mientras pintaba; y es que el contacto con la naturaleza deleita, traslada a la persona, me lleva a la contemplación, me da paz, serenidad, me pone en comunión con nuestra hermana la naturaleza. Tengo que confesaros que nunca me había fijado tanto en ella como ahora. En Guinea vivía en la ciudad por lo que de paisajes veía pocos, y cuando tenía la ocasión de ir al pueblo lo hacía pero disfrutaba de la naturaleza de otra forma. Ahora me delito con más intensidad y conciencia que antes. La naturaleza (los paisajes…) ya no es algo que está allí, sino que forma parte de mí y está constantemente hablándome, comunicándose conmigo, me alegra la vida, la vista… está para hacerme feliz.

    continua en el siguiente.....

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  15. ... Nada más entrar en el museo y toparme con el primer cuadro (de Sam Francis) me quedé chiflada, por mí me quedaba allí plantada, mas tenía que ver el resto de obras. Así que mientras me desplazaba volviendo la vista atrás una y otra vez me preguntaba cómo podía impactarme algo tan sencillo y de simple elaboración aparentemente. Y menos mal que seguí mirando la exposición porque también me encontré con otra obra (La Sombra sobre el mar - Jean René Bezaine-) que me enamoró no sé si más o menos que el anterior, pero me quedé allí clavada e incluso después de verlo todo, volví una y otra vez a contemplarla.

    Juanjo, MUCHAS GRACIAS por esta pequeña experiencia (pero grande para mí), disfruté un montón. Seguiré recreando la naturaleza desde mi campo artístico musical que es donde mejor me muevo y es lo que hasta ahora he trabajado más. A través de la música religiosa -movida por el Espíritu Santo y desde mi experiencia personal- poner en contacto a la criatura-ser humano con su Creador y con el resto de las criaturas como él. Porque en nuestras vidas también hay días soleados, lluviosos, cielo gris, tormentas, nieve, granizado, invierno, verano, primavera, otoño… que hay que plasmar artísticamente.

    El ser humano es un paisaje hermoso, precioso… que para crecer es necesario que aproveche cada estación de su vida; y se la sabe plasmar en una poesía, en una pintura en una canción… eso ayudará a que otros también se descubran a sí mismos como paisajes.

    “No basta con tener paisajes preciosos, hermosos, bellos… hay que tener paisajistas. De igual modo no basta con ser humano hay que tener un… que ayude a ver/ mirarse por dentro para apreciar y descubrir el tesoro que lleva en sí”.

    Marlène Evita Dyombe
    3º Ed. musical

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  17. A veces no nos fijamos en lo que nos rodea hasta que nos paramos, cerramos los ojos e intentamos recrear ese sitio, esa persona, o un simple lugar por el que pasamos siempre, basta con imaginar como si lo fuésemos a pintar de memoria, para darnos cuenta de la belleza que eso conlleva. Parar un segundo, imaginarte en ese lugar, el momento del día que quieras, el clima, la gente, los colores, el sonido, todo eso se asemeja a mi parecer a pintar cualquier paisaje al aire libre, reflejar cada línea, cada color que solo tú ves, las luces y las sombras, mientras pintas lo que ves muestras lo que sientes.

    Nunca sabrás lo que te gusta si no pruebas… típica frase que nos decían a todos de pequeños para comernos las cosas raras de nuestro plato, pero esto que nos decían tiene un gran sentido, lo podemos aplicar a toda nuestra vida, nunca había experimentado el pintar al aire libre, pero me gusta, aunque no tenga técnica, me siento bien cuando lo hago, como dijo Eugene Boudin “ todo lo que se pinta directamente y en su mismo lugar tiene una fuerza, un vigor y un toque de vivacidad que jamás puede lograrse en el taller…”, la naturaleza, el paisaje supuso una fuente de inspiración para Monet, transformó la observación de la naturaleza del impresionismo en una nueva experiencia plástica.

    Ilenia Hernández Tavío 3ºEd.musical

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  18. Al leer (y releer) vuestros comentarios, recuerdo algunas escenas de películas sobre profes y alumnos; no somos comparables (nosotros, los de verdad, y ellos, los del cine), pero resulta muy gratificante, en lo personal y en lo profesional, saber de vuestras delicias pictóricas, de vuestro disfrute espiritual...ver cómo arrojáis vuestros aviones de papel por la ventana despidiendo al profesor que marcha en silencio...(sic. los chicos del coro).
    GRACIAS

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