Cuando los impresionistas, a fines del XIX, salen a la calle con sus caballetes, motivados tal vez por el auge de inventos científicos como la fotografía, no sólo cambia el método; cambia también el tema y se convierte en insignificante. Insignificante por su escaso valor, por su urgencia a la hora de retratar las luces y los colores; por la excusa para salir a pleno aire (en francés, plenair designa precisamente este tipo de pintura al "aire libre": de caballete, directa, a medio camino entre la actividad de ocio y de intelecto) y servir de anécdota sofisticada al paseo dominical.
Sin embargo, es gracias a esta pintura por lo que el arte del siglo XX se convierte precisamente en contemporánea. Y gracias a la cual avanza hacia la desintegración del realismo, bien desde la exageración fauvista del color, -aún conservando un cierto apego a la forma-, bien con la progresiva geometrización que derivará en el cubismo (movimiento para nada abstracto, paradójicamente, sino más bien lo contrario) o en el racionalismo (la abstracción geométrica de Mondrian o Klee, que hemos visto en clse) o bien el expresionismo abstracto kandinskyano (que será después germen del informalismo más radical). Y toda esa pintura es, no lo olvidemos, la esencia de la contemporaneidad (por supuesto que, además, por otras razones; muchas de ellas alejadas del interés primitivo).
¿Qué camino hemos recorrido en nuestras últimas sesiones de clase? Hemos contemplado el paisaje desde los itinerarios que todos esos autores han ido marcando. Tal vez nos ha faltado una mirada a Turner (precursor, sin quererlo, del movimiento abstracto a principios del XIX) y a su "espejo", Zóbel, pintor español de origen filipino que es un referente clave para la abstracción en España (os recomiendo seriamente sus obras). A través de la exposición sobre Monet, hemos podido confrontar el paisaje con la abstracción, aún sin poder reconocer ni en uno ni en la otra, lo que podría definirlos como tales. Y, por último, hemos vivido una muy breve experiencia personal de enfrentamiento artístico con ese paisaje. Lamento que el tiempo no fuera demasiado, pero confío que la experiencia se repita individualmente. Lo demás, lo que quede de ella, no lo sé. Espero que no solamente el resto del "proceso de abstracción", que será lo que trabajemos el próximo día.
- Aprovecho para recordaros, por tanto, que en la próxima sesión presencial seguiremos interpretando el paisaje. Traed a clase todos los enseres necesarios para pintar.
- Sobre este blog, espero que me contéis vuestras "visiones": de la exposición, de los paisajes, de la experiencia...
Sobre la exposición, unas pocas palabras (me he alargado mucho y no quiero cansaros; otro día tocará) sobre lo que para mi es una experiencia espiritual y no tanto de cultura. Me refiero al hecho, casi mágico, de entrar en una sala (si se trata de un museo, el recinto me transmite casi lo "sagrado" que puedo encontrar en una catedral), en relativo silencio, y en la que el paseante se enfrenta consigo mismo a través de unos espejos que, en lugar de reflejarle a él (o, además de ello), muestran colores, ritmos y formas. Desde luego, ponerme allí a teorizar a mis acompañantes sobre intenciones del artista, conceptos de historia o nimiedades varias, me parece una blasfemia: rompe la magia (y muchas veces, provoca risa o vergüenza ajena en quienes lo escuchan "desde fuera". Os invito a poner la oreja cuando escuchéis a algún supuesto experto "explicarle" los cuadros a su acompañante: sobre todo si tienen cara de "muy entendidos")
Termino con las palabras que cierran el referido ensayo de Huxley (Paisajes sin Pintar, en Encounter, Octubre de 1962): "Mientras tanto, el desierto y todas las regiones no pintadas de la tierra todavía aguardan el advenimiento de aquellos que traducirán sus paisajes en un arte revelador, iluminador, que nos haga más conscientes de quiénes somos y de la naturaleza de los mundos en los que, como anfibios múltiples, estamos predestinados a vivir; más conscientes de estos hechos dados cuyo significado último es simplemente su propia existencia; más conscientes del enigma cuya única respuesta, como descubrimos progresivamente, es una profundización del misterio esencial".
Felices tardes al sol.